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EL PROBLEMA DE LA 'FERTILIZACION IN VITRO'

Uno de los mayores problemas de la bioética, esto es, en el ámbito de la moralidad de las ciencias de la vida, ha pasado a ser el de la fertilización in vitro, procedimiento surgido inicialmente para solucionar las situaciones de 'infertilidad' del marido, la esposa o ambos en sus relaciones sexuales matrimoniales.

Se trata de un procedimiento científico destinado a unir en un laboratorio el óvulo de una mujer y el espermatozoide de un hombre. 'In vitro' significa que ese acto biológico se realizada fuera del cuerpo humano.

Esta sola descripción del procedimiento crea una enormidad de dudas acerca de su moralidad, más allá de los argumentos prácticos de su conveniencia en casos excepcionales.

Pues bien, lo cierto es que la 'fertilización in vitro' se ha convertido en un negocio de magnitud mundial, consistente en la comercialización masiva de óvulos y de espermatozoides de terceras personas "donantes" que, como es obvio, corresponden a dos sistemas de venta absolutamente diferentes.

Los donantes masculinos son activos, pues dan a conocer sus 'virtudes', consistentes en ser muy atractivos físicamente, a través de 'clínicas de fertilidad', 'bancos de esperma' o directamente como 'donantes privados' vía internet. En muchos casos, eso pasa a ser su 'profesión'.

Siendo así, el mayor problema de los hijos así procreados lo planteó una madre de dos hijos, para los que compró los espermas de un mismo donante, a un precio de $200 dólares cada uno, diciendo:

"¿Cómo les digo a mis hijos que podrían tener 300 o más hermanos?"

Y peor aún. ¿Qué pasa si ya crecidos se conocen y se enamoran sin que se sepa que son hermanos?

El caso de la compra de óvulos tiene otra magnitud, pues alcanza niveles industriales a precios exorbitados, en los que 'la parte del león' va a los que prestan el 'servicio' de seleccionar a la mujer que vende el óvulo, proveniente generalmente de los niveles sociales más bajos del tercer mundo, la que sólo recibe un porcentaje muy bajo del precio acordado.

Agréguese a ello que, además, esas "donantes" están expuestas a riesgos de salud que pueden incluir infartos, infecciones, cáncer y hasta la pérdida de su fertilidad.

Aquí debe quedar claro que la donación de un 'óvulo' no es lo mismo que la donación de un 'órgano'. En este segundo caso el donante asume riesgos para salvar a un enfermo o a un moribundo. En contraste, la receptora de un óvulo no está enferma, sino que está comprando un producto en un intercambio análogo al de un cliente y una prostituta.

Y aquí salta la pregunta:

¿Cual es el rol de la fertilización in vitro en los 'matrimonios igualitarios'?

La pregunta cae por su peso, porque estos "matrimonios" –que bien pueden definirse como infértiles o estériles de hecho– dependen necesariamente de que tal proceso de 'fertilización' les provea de "hijos" para completar la apariencia de ser una 'familia'.

En otras palabras, en estos casos todo se reduce a satisfacer las apariencias del momento, sin respuestas a las demandas de esos hijos, cuando al tomar conciencia de semejante realidad, intente conocer quién es su padre biológico o quién es su madre biológica.

 

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